miércoles, 27 de abril de 2011


“Un pueblo, Banfield, con sus calles de tierra y la Estación del Ferrocarril Sud, sus baldíos que en verano hervían de langostas multicolores a la hora de la siesta, y que de noche se agazapaba como temeroso en torno a los pocos faroles de las esquinas, con una que otra pitada de los vigilantes a caballo y el halo vertiginoso de los insectos voladores en torno a cada farol”, escribía en uno de sus cuentos JULIO CORTAZAR

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